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La Ermita de Jesús Posadas (Córdoba) 2023

1,000.00

Gastos de envío incluidos

Acrílicos sobre lienzo

100 x 100 cm.

2023

Disponibilidad: Hay existencias

Pago seguro garantizado

🌨️ Milagros entre pinceles: la Ermita de Jesús bajo el hielo

No fue una mañana cualquiera. Posadas amanecía encogida de frío, con esa luz blanca que solo aparece cuando el invierno muerde de verdad. Yo llegué al final del Paseo de Pedro Vargas con una mochila llena de pinceles, lienzos y fe en el arte… pero sin saber que ese día iba a pintar algo más que arquitectura.

Frente a mí, la Ermita de Jesús. Majestuosa, callada, envuelta en una bruma helada que parecía susurrar historias antiguas. Los dedos se me quedaban rígidos, los pinceles tiesos como churros del día anterior. Y aun así, algo dentro me decía que tenía que empezar, que ese momento había que atraparlo.

Mientras luchaba contra el frío y el viento, se acercaron un par de vecinos. Tranquilos, sabios, con ese tono de quien ya ha visto lo imposible. Me miraron, miraron el lienzo, y me soltaron como quien cuenta el parte del tiempo:
“¿Tú sabes lo que pasó aquí en 1658?”

Yo, con el pincel a media paleta, dije: “¿El qué?”

Me contaron que, en plena peste, un burro que traía una imagen de la Virgen desde Granada cayó muerto justo delante de la ermita. La gente lo vio como una señal divina. Se quedaron con la imagen… y la peste desapareció. Desde entonces, Nuestra Señora de la Salud se convirtió en la patrona del pueblo.

Y por si fuera poco, en el terremoto de Lisboa de 1755, una parte de la ermita se vino abajo. Un niño quedó atrapado dentro. Salió ileso. Otro milagro. Otro suspiro más entre esos muros viejos que aún parecen latir.

Yo ya no sabía si estaba pintando una fachada… o un relato de otro tiempo.
Pinté como si algo me guiara. No por la belleza del lugar, que la tiene. Sino por el peso de lo que había ocurrido ahí. Por las historias que sobrevivieron al polvo, al temblor, al olvido. Por la fe congelada en las esquinas.

Ese día, no pinté una ermita.

Pinté el silencio del invierno.
La escarcha colgada en la cruz.
Los ecos de una peste derrotada.
La fragilidad de un niño entre piedras rotas.
Pinté la memoria de un pueblo.

Y sí… lo grabé todo. Desde los primeros trazos hasta el último reflejo de luz. El viento, el relato, el temblor en los dedos… todo está en vídeo.

Porque este cuadro no es solo pintura.
Es un pedazo de historia viva.

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