Descubre “Ermita de San Isidro” en blanco y negro: un paisaje con cuerpo y alma
Cada cuadro cuenta una historia. Pero hay algunos que, además de contarla, la hacen vivir. Ese es el caso de esta pintura de paisaje en blanco y negro, protagonizada por la ermita de San Isidro, situada a las afueras de Beneixama. A simple vista, puede parecer una obra más de paisajismo. Pero cuando te asomas a sus contrastes, sus sombras intensas, sus blancos crudos y ese silencio contenido entre la vegetación y la piedra, te das cuenta: aquí hay más que pintura.
Los tonos monocromáticos no son una decisión estética aleatoria. Representan una búsqueda, una investigación sobre los contraluces, la forma en que la luz dibuja el carácter de un lugar. En este caso, ese lugar es real, y tiene raíces muy profundas en la historia local.
La Ermita de San Isidro no solo es un punto geográfico: es un símbolo, un lugar de reunión, un pedazo de tradición. Se erige sobre una pendiente que separa la zona urbana de un entorno más salvaje, casi olvidado. Ese contraste es exactamente lo que se refleja en la obra.
Además, al tratarse de una pintura de paisaje al aire libre, todo el entorno forma parte del proceso artístico. El calor, los sonidos, el polvo, incluso los mosquitos… todo lo que no se ve también está dentro del cuadro. No es solo lo que muestra, sino lo que evoca.
Esta obra forma parte de una serie más experimental dentro del estilo tradicional de paisaje, apostando por una estética minimalista pero cargada de intención. Aquí no hay decorado: hay autenticidad.
La génesis de esta obra: experiencia real desde Beneixama hasta el lienzo
¿Sabes esos sitios a los que vuelves porque te tratan genial desde el primer momento? 🏡 Pues para mí, Beneixama es eso. Un concurso que adoro, lleno de abueletes majísimos que te cuidan más que si fueras su nieto favorito. 🥰
La primera vez que fui… ¡me llevé el segundo premio! 🏆 Desde entonces, repito cada año. Aunque no gane, mis cuadros gustan muchísimo y suelen quedarse allí. Pero este año… ¡este año se desató la aventura! 😅
Ya no sabía ni qué pintar, así que, preguntando por ahí, me hablaron de una ermita: la de San Isidro, a las afueras. Perfecta para mis blanco y negros y esos contraluces que estoy estudiando ahora. “Vamos a probar”, pensé.
Parecía fácil… pero nada más lejos de la realidad. Llegué en coche hasta donde pude, pero solo te deja justo debajo. Para llegar arriba había que cruzar una pendiente empedrada entre árboles y matorrales. Eso sí, la ermita se veía desde allí, así que parecía sencillo.
Subí con esfuerzo… y al llegar arriba, descubrí un caminito justo detrás. Sí, uno bien fácil. ¡Eso me pasa por no conocer el sitio! 🤦♂️
Pero flipé con el lugar: los blancos del monumento, los árboles, los contraluces, los rayitos de sol… lo tenía todo. Tomé unas fotos y bajé rápido, porque se esperaban 38-40 grados y, sinceramente, yo soy artista, no lagarto. 🦎🥵
Ahora viene lo divertido: al volver por el caminito… me notaba desviado. Allí no estaba mi coche. Pero yo ya no pensaba subir otra vez. Activé mi GPS mental (versión Jesús Calleja) y me lancé entre árboles.
Piernas llenas de arañazos, ramazos en la cabeza… parecía una escena de supervivencia. Pero llegué. Eso sí, llegué justo a la pendiente que no quería volver a bajar. 😂 No me quedó otra: bajé haciendo rapel casero. De culo, cuesta abajo y sin frenos… como dicen en mi pueblo.
¿Y el cuadro? Gustó muchísimo. Pero sigue conmigo. Así que si quieres una obra con historia, sudor y lágrimas… no, eso no, era con más matorrales que otra cosa… este es tu cuadro. 🎨🔥
¿Por qué este cuadro no es una pintura cualquiera? Ventajas para quien lo adquiere
Comprar una pintura es adquirir un objeto. Comprar este cuadro es adquirir una historia vivida, una experiencia trasladada a pigmentos, una anécdota que se cuela entre pinceladas y contraluces. Aquí no hablamos de una simple decoración. Hablamos de una obra única, resultado de un reto físico y artístico.
Este cuadro representa una escena concreta pero contiene múltiples niveles de lectura: el reto físico de subir la pendiente, el error y el hallazgo, la improvisación, el juego de luces extremas que exige un blanco y negro muy pensado. Todo ello lo convierte en algo más que una imagen: es un pequeño diálogo entre lugar y autor.
Además, la obra se ejecutó en condiciones de pintura rápida, lo que implica una destreza técnica de alto nivel. El tiempo limitado obliga a tomar decisiones seguras y expresivas, dejando espacio al trazo vivo y a la composición precisa sin sobreelaboración. Eso dota a la pieza de una frescura difícil de replicar en estudio.
Y por si fuera poco, su estética en blanco y negro permite una integración muy versátil en espacios tanto clásicos como contemporáneos. Es una pieza que no satura ni compite, sino que equilibra el entorno y aporta carácter.
No es una impresión, ni una copia, ni una decoración producida en serie. Es una historia de artista, contada con carbón, tinta y luz natural.
Cómo encaja este paisaje blanco y negro en tu decoración y colección
El arte en blanco y negro tiene una virtud clave: nunca pasa de moda. Va con todo, desde interiores modernos hasta entornos más cálidos o clásicos. Este cuadro, por su naturaleza neutra y fuerte presencia visual, combina con estilos nórdicos, industriales, bohemios o minimalistas sin esfuerzo.
El paisaje representado —la ermita de San Isidro— transmite paz, estructura, luz, simetría, naturaleza. Es un entorno que respira y ordena. Su colocación en casa puede ser el punto de anclaje visual en una estancia: sobre un sofá, en una escalera, en un despacho… cualquier lugar que necesite una presencia con alma.
Si tienes una colección de arte, esta pieza introduce narrativa. No es solo visualmente potente, sino que viene con un contexto personal, geográfico y artístico. Añade diversidad y profundidad a cualquier selección de obras.
Además, el blanco y negro realza las formas, los valores, el dibujo subyacente. Es una técnica honesta que no se escuda en el color: deja todo a la composición y la luz. Eso la convierte en una elección perfecta para quien valora el arte con intención y técnica.
Y si aún no coleccionas arte, esta puede ser la pieza perfecta para comenzar. No solo por su belleza y calidad, sino por su capacidad de transmitir verdad y aventura con cada mirada.





