Por qué Calpe engancha al pincel: luz, color y motivos
Calpe tiene esa luz que te obliga a entrecerrar los ojos y abrir la paleta. El Mediterráneo pega de frente y rebota en las fachadas claras, así que los valores se comprimen y los semitonos se vuelven protagonistas. En mi primera participación del Concurso de Pintura Rápida de Calpe llegué “con la ilusión recién imprimada”: sellé el soporte en el Ayuntamiento y salí a buscar un motivo que no estuviera trillado. Tras años de concurso, muchos rincones están súper pintados, pero justo por eso Calpe te reta a mirar distinto: los arcos de piedra del casco antiguo, las sombras frescas de los olivos en maceta, el azul plano del cielo abriendo el encuadre como una ventana.
El arco que elegí (lo tienes en la foto del cuadro) resumía lo que más me gusta del lugar: textura cálida de la tosca, azules limpios al fondo y un suelo húmedo que refleja y duplica la escena. Ese espejo en el suelo no es solo bonito; es una herramienta de composición: te permite repetir formas y crear una Z visual que conduce la mirada. Además, el contraste entre la piedra dorada y el cielo saturado te regala complementarios listos para usar sin forzar la paleta.
“Me quedé con ese arco: textura de piedra, cielo limpio y un suelo húmedo perfecto para los reflejos.”
Ese fue el momento en que supe que podía competir… aunque aquella primera vez no cayó premio. Tres años después, con la misma filosofía, me llevé el primero.
¿Quieres ver como se realizó el cuadro?







